normas

1. No insultar 2. No molestar 3.No banear injustamente

viernes, 29 de abril de 2011

Ahí va un cuento

Una extraña aparición     
Me llamo Diego. Vivo en una de esas pequeñas calles de los barrios. Tengo catorce años y soy castaño y muy guapo. Lo que me pasó no es normal. Era extraño, él era extraño. Estaba yo solo en mi casa. Mi abuela se estaba muriendo y mis padres fueron a verla. Entones cogí mi libro de misterio: La hora del sepulcro, y después me tumbé a leerlo en la hamaca de mi jardín. Entones lo vi. Estaba detrás del gnomo de piedra. ¿Qué era? Una rata tal vez. Entonces salió. Lo primero que hice fue pegar un grito lo que hizo atraer a mi vecina.
-Diego, ¿estás bien? ¿Has gritado?-me preguntó al abrirle la puerta
-No Marta. Estoy perfectamente. Por favor tengo que estudiar.
Volví al jardín pero antes abrí el cajón y cogí el matamoscas (por si acaso). Salí por la puerta y fui hacia el gnomo. Miré por detrás y no había nada.
-Imaginaciones-suspiré
Entonces volví a la hamaca y vaya sorpresa mas grata. Esa cosa estaba leyendo mi libro con mis gafas de sol y un batido de naranja.
-¡QUÉ HACES!-dije
-Me llamo Nombre. Encantado.
-¿Nombre?
-Si, tienes algún problema. Que sino llamo a mi primo Apellido y te pega
-¿Apellido? Que nombres para…-dije
-GNOMOS. Soy un gnomo. Los gnomos tenemos nombres raros.
-Un…un…gnomo-dije
-Claro. Los gnomos concedemos tres deseos por persona.
-¿De verdad? Pues desearía ser un gnomo.
-¡QUÉ!
-¿Qué pasa?
-Llevo 5000 años dando deseos a niños y nadie me había pedido ser un gnomo.
-Pues, ya ves, yo soy el primero.
-Concedido.
El gnomo creció mucho…
-¡Cuánto has crecido!
-Eres un gnomo niño.
-¿Qué? Es decir…¡Mi deseo se ha cumplido!-dije bailando
-Pues claro. Yo no miento sabes.
-Bueno pues ahora mi segundo deseo. Me gustaría ser otra vez humano.
-Vale (Buf… vaya idiota) ¡Concedido!
Entonces, volvi a la normalidad. Y por fin pidió un último deseo.
-Deseo repetir.
-¿Repetir?
-Quiero que se retroceda el reloj media hora para repetir otra vez todo.
-¡NO!
-Sí. Ese es mi último deseo.
Y el pobre gnomo se pasó la vida entera concediéndome ser un gnomo, volver a la normalidad y repetir todo. Hasta que el duende murió. Entonces ese día miré por casualidad el gnomo del jardín(el de piedra). Tenía la cara pálida y el rostro como si no hubiese descansado nunca. Ahora yo se esta historia porque el mundo es ASÍ.

No hay comentarios:

Publicar un comentario